“La verdadera tragedia de la vida no es carecer de fortalezas suficientes sino, no llegar a utilizar las que ya tienes.” – Marcus Buckingham
Si quieres mejorar tu desempeño en cualquier área de tu vida, ¿en que crees que debes poner tu atención, en mejorar lo que no haces bien o por el contrario en desarrollar las habilidades en las que tu desempeño ya es bueno.?
Si has elegido la primera opción estás en el grupo mayoritario, pero eso no significa que tengas razón.
Tenemos una serie de creencias tan arraigadas que no nos paramos a cuestionarlas y una de ellas es precisamente creer que, para mejorar, el único camino es trabajar en reducir nuestras debilidades.
Esta creencia se apoya en el convencimiento de que podemos aprender todo lo que nos propongamos simplemente dedicándole el tiempo y el esfuerzo necesario.
La afirmación es cierta, pero ¿hasta que nivel? Si los números no son lo tuyo, no te vas a convertir en un genio de las matemáticas por mucho tiempo que le dediques, igual que si no eres una persona social, no te gustará conocer gente nueva a pesar de tenerlo que hacer todos los días.
Con tiempo y trabajo algo mejoras. Conseguirás salir del paso y eso puede ser suficiente, pero nunca llegarás a destacar en ello.
Nuestra mejor opción para alcanzar la excelencia en lo que hacemos es trabajar sobre lo que ya existe, sobre lo que ya hacemos bien y desarrollarlo para sacar todo su potencial.
Parafraseando a Peter Drucker, nos cuesta más tiempo y esfuerzo pasar de la incompetencia a la mediocridad que el que necesitamos para pasar de un desempeño bueno a otro excelente.
En un mundo tan competitivo como el que vivimos, todos tenemos la responsabilidad de sacarnos el mayor partido, de jugar fuerte, de dar el máximo.
Si queremos conseguir el éxito, no utilizar todo lo que tenemos a nuestro alcance, no puede ser una opción. Sin embargo, 8 de cada 10 personas no utilizan sus fortalezas en el trabajo diario, y muchos ni siquiera saben si tienen alguna.
El desarrollo de las fortalezas es una metodología de coaching desarrollada por Gallup basada en identificar, en primer lugar, los talentos innatos que todos tenemos y a partir de ahí, desarrollarlos para llevarlos a la excelencia.
Es una metodología poco conocida en España, y sin embargo son más de 24 millones de personas las que han realizado la prueba de Gallup para identificar sus talentos.
Existen una serie de factores que marcan la diferencia entre las personas y equipos que utilizan sus fortalezas en el trabajo diario y los que no lo hacen:
Las personas que utilizan sus fortalezas en su trabajo diario están 6 veces más comprometidas con su trabajo, su productividad aumenta en un 7,8%, y su calidad de vida es 3 veces mejor.
Los equipos que utilizan sus fortalezas en el trabajo diario están entre un 7% y un 27% más comprometidos con su trabajo, su productividad es entre un 8% y un 18% mayor y el desgaste es entre un 20% y un 70% menor.
Si volvemos la oración anterior por pasiva, solo 2 de cada 10 personas están utilizando todo su potencial. Entrar a ese pequeño grupo de privilegiados puede aportar una gran ventaja competitiva para el individuo y también para la empresa.